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Las Máscaras de Nyarlathotep

Sábado, 23 de Enero de 1925
Nueva York

Ya en posesión de los terribles libros que habían robado con éxito de la residencia de los Carlyle, los investigadores debaten sobre su próximo objetivo en la casa de Vicky Dragonson. Definitivamente, Annibal Thomson, intrigado por las misteriosa trama de la desaparecida expedición decide integrarse en el grupo, con la aprobación de todos los miembros del mismo.

Investigando acerca de sus hallazgos, descubren que Montgomery Compton era un artista británico que viajó a Egipto en 1805 y se convirtió en sacerdote menor de una secta conocida como la 'Hermandad del Faraón Negro'. En el diario también se mencionan asesinatos, sacrificios y otros asuntos oscuros.

Llegan a la conclusión de que lo más sensato sería abandonar la Gran Manzana para proseguir la investigación. Los turbios asuntos de la Casa del Ju-Ju podrían traer problemas a los investigadores, por no hablar de qué ocurriría si trascendiera el robo de los libros en la mansión Carlyle. Así que tras un pequeño debate, deciden cuál será su próximo destino: Londres.

Allí podrán contactar tanto con el periodista y editor Mickey Mahoney como con James Barrington, miembro de Scotland Yard, ambos contactos proporcionados por el inspector Jonah Kensington. Además, la sede de la Fundación Penhew, que colaboró en la expedición, se encuentra en la ciudad londinense. Todo apunta a que podrán saber más acerca del destino e intenciones de la expedición en la capital inglesa.

Así que tras informar a la señorita Miriam Artwright de sus intenciones, con quien pretenden establecer un canal de comunicación que permita ayudarles en caso de necesidad, se dirigen a comprar sus billetes.

El barco saldrá el domingo. Aleister, británico, aprovecha para informar por telegrama a su hermano John de su inminente llegada. Será un buen apoyo durante el tiempo que los investigadores pasen en la ciudad.


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Erica Carlyle es una atractiva mujer de 26 años de edad perteneciente a la clase alta de la ciudad . Es la hermana del difunto Roger, líder de la malograda expedición que llevaba su nombre. Tras ser declarado oficialmente muerto, Erica se ha convertido en la única heredera de la fortuna de la familia, que gestiona con mejor habilidad que su hermano. Desde que es ella que dirige los negocios familiares, los intereses Carlyle prosperan.

Actualmente reside en la finca familiar, situada en el condado de Westchester, a media hora al norte de Nueva York.


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Extracto del diario manuscrito de Montgomery Crompton, del libro 'La Vida como un Dios' robado de la biblioteca de Erica Carlyle


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Viernes, 23 de Enero de 1925
Nueva York

Cuando el ladrón que acompaña a los investigadores coge aquel libro de Poe, la estantería se mueve aparatosamente, dejando a la vista una caja fuerte en la pared. El ruido del mecanismo no alerta a los del piso inferior, pero sí al guardia que está con Marion en la habitación contigua, que echando mano a su pistola, se incorpora para ver qué ha pasado. Rápidamente, la arqueóloga impide su avance colocando sensualmente su pierna sobre él y dejando ver su liguero, haciendo que el guardia se olvide por un instante del ruido que le había alertado.

En la biblioteca, el ayudante del grupo se enfrenta al reto de abrir la caja fuerte. Antes de probar sus habilidades, su intuición le hace abrir el libro de Poe, encontrando una combinación de números que al ser introducidos en la caja, provocan que ésta se abra. ¡La operación estaba siendo un éxito! En su interior encontró una serie de libros, que rápidamente guardó bajo sus disfraz. Al ladrón tan sólo le interesaba el dinero que Annibal le había prometido.

Con Erica Carlyle fuera de juego gracias a la palabrería de Annibal Thompson, Aleister recurre a sus setas alucinógenas para volver a despejar las escaleras e intentar subir y ayudar a sus compañeros, colocándolas en un canapé antes de acercarse hacia Johanne, que seguía charlando con él. Fingiendo ser la pareja de la doctora, Aleister deja el canapé en manos del guardia, excusándose ante él y llevándose a Johanne galantemente por el brazo. El guardia no puede resistir la tentación y da un bocado al tentenpié, y poco después, en plena alucinación, sube escaleras arriba como una flecha.

Mientras tanto, Marion estaba teniendo dificultades para contener las manos del guardia, que cada vez más impacientemente, intenta consumar sus intenciones. La arqueóloga, en un arranque desesperado, simula encontrarse mal y se incorpora, abandonando la habitación. Su acompañante sale raudo detrás de ella, pero al hacerlo se encuentra en el pasillo con su compañero de la escalera, que choca contra él, enloquecido. La intrépida Marion aprovecha la ocasión para bajar al piso y perderse entre la multitud.

Poco después, con disimulo, los investigadores abandonan la fiesta y se dirigen de vuelta a la casa de Vicky Dragonson. Allí, tras pagar la parte correspondiente al hábil colaborador, pudieron ver los libros que habían conseguido: Los Manuscritos Pnakóticos, Selections Du Livre D'Eibon, El Pueblo del Monolito y La Vida como un Dios, éste último encuadernado en piel humana... y el turbio extracto de un diario de un tal Montgomery Compton.


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Viernes, 23 de Enero de 1925
Nueva York

Tras ultimar los preparativos del asalto y los disfraces a utilizar, los personajes se dirigen al atardecer hacia la residencia de los Carlyle. Lo hacen en sendos taxis, evitando así que un ojo avispado pueda reconocerles al llegar. Las máscaras y pintorescos disfraces harán el resto.

Annibal parece sentirse especialmente cómodo en la situación, a diferencia del resto de investigadores, y con la soltura típica de alguien acostumbrado a enfrentarse a retos similares, charla con los guardias de la entrada, consiguiendo colar al grupo sin demasiados problemas. Parece que Vicky ha acertado buscando la ayuda de este nuevo colaborador.

El salón principal de la mansión ha sido habilitado con elegancia para la fiesta. Una pequeña banda pone música para el casi centenar de personas abarrotan el lugar, y la seguridad también está a la altura. Los investigadores sospechan que entre la multitud probablemente haya guardias de incógnito, además de los de uniforme, como los que protegen el acceso a las escaleras principales del recinto. Además de los guardias, entre el personal hay también una decena de sirvientes se pasea entre los invitados ofreciendo suculentos canapés y cocktails en bandejas de plata. Puede que la ley seca esté en vigor, pero en las altas esferas la canción es una bien distinta.

Annibal se acerca a una mesa y se sirve un trago, aprovechando para buscar disimuladamente a la señorita Carlyle entre la multitud. Son Johanne y Marion quienes toman la iniciativa, comenzando a flirtear con los dos guardias que vigilan las escaleras principales. El objetivo es claro: acceder al piso superior y liberar la escalera de vigilancia. La arqueóloga pronto consigue engatusar a uno de los guardias, que accede a perderse junto a Marion. Desafortunadamente, el guardia con el que coqueteaba Johanne no se muestra tan receptivo, y prefiere continuar con su trabajo.

En ese instante, la señorita Carlyle hace acto de presencia entre los invitados, atrayendo las miradas de todos. El propio Annibal se dirige hacia Erica para mantenerla ocupada (y de paso, a su guardaespaldas y a los guardias de la zona, que vigilan  cada uno de sus pasos), y tratar de sacar provecho económico con sus negocios. Marion aprovecha el momento para dirigirse junto con el guardia hacia el piso superior, donde se encierran en una habitación. Marion, consciente de que necesita ganar tiempo, prosigue su juego de seducción, aunque el guardia se muestra cada vez más impaciente.

Mientras tanto, Vicky consigue despejar totalmente la escalera, forzando a que el guardia restante vaya a la cocina a atender una falsa alarma, momento que aprovecha el contacto de Annibal para subir rápidamente por las escaleras, accediendo sin ser visto a la biblioteca de la mansión. Allí, tras una cuidadosa inspección del lugar, cae en la cuenta de que entre los clásicos de Dickens, Trollope, la sra. Radcliffe y otros grandes autores, hay un libro de poemas de Edgar Allan Poe colocado del revés...
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Jueves, 22 de Enero de 1925
Nueva York

La tensión de los últimos días era evidente, y el grupo se veía obligado a tomar medidas extraordinarias para avanzar en la investigación. Tras los sucesos en la Casa del Ju-Ju, parecía evidente que el asesinato de Elías se debía a que el escritor habría descubierto cosas que algunos no querían que salieran a la luz, y la frustrada entrevista con la señorita Erica Carlyle no ayudó a arrojar más claridad en el asunto. Y no lo haría, no sin el acceso a esos libros que tanto obsesionaron a Roger y que Erica aseguraba no poseer pero que los indicios parecían demostrar lo contrario.

Sea como fuere, tras el desafortunado incidente con su guardaespaldas, el equipo era consciente de que jamás tendría acceso a esos libros... a menos que 'alguien' les echara una mano. No, no se trataría de algo demasiado ortodoxo, pero la investigadora Vicky sabía que ocasiones desesperadas requieren medidas desesperadas, y eso iba de la mano de un nombre: Annibal Thompson.

Vicky conocía de sobra los turbios negocios de dudosa legalidad en los que Annibal solía verse involucrado, pero en el pasado le había resultado más útil como confidente que entre rejas. Para la voluptuosa investigadora, siempre resultaba interesante tener un contacto de ese estilo, y no fueron pocos los casos que Vicky resolvió gracias a la información que Annibal le proporcionaba. Puede que en esta ocasión también fuera útil y pudieran colarse en la residencia de los Carlyle para robar los famosos libros. Así que tras debatirlo con el resto de miembros, Vicky abandona el edificio para contactar con Annibal siguiendo el procedimiento habitual, que la investigadora prefire mantener en secreto.

Cuando unas horas después Annibal llega junto con Vicky, tras las presentaciones de rigor, el grupo comienza a planear la acción. La suerte parece estar de lado de los investigadores cuando Annibal informa de que en unos días, Erica Carlyle organizará una fiesta benéfica de disfraces, en la que se recaudarán fondos para obra social. Asistirán importantes personalidades de la ciudad, y aunque sin duda la seguridad será alta, una fiesta de disfraces parece el ambiente propicio para colarse e intentar adquirir los libros. Además, el propio Annibal ya contaba con hacerlo, ya que pretendía buscar financiación para otro de sus peculiares negocios. El nuevo colaborador propone que les acompañe uno de sus contactos más hábiles a la hora de romper sistemas de seguridad, aunque los investigadores resuelven que no se le informe de cuáles son sus motivaciones: bastará con que haga el trabajo que se le solicite.

La misión debe permanecer en secreto. Durante el resto del día, el grupo prepara minuciosamente los pasos a dar. Puede que sea la última oportunidad para avanzar en la investigación...
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