Jueves, 22 de Enero de 1925
Nueva YorkLa tensión de los últimos días era evidente, y el grupo se veía obligado a tomar medidas extraordinarias para avanzar en la investigación. Tras los sucesos en la Casa del Ju-Ju, parecía evidente que el asesinato de Elías se debía a que el escritor habría descubierto cosas que algunos no querían que salieran a la luz, y la frustrada entrevista con la señorita Erica Carlyle no ayudó a arrojar más claridad en el asunto. Y no lo haría, no sin el acceso a esos libros que tanto obsesionaron a Roger y que Erica aseguraba no poseer pero que los indicios parecían demostrar lo contrario.
Sea como fuere, tras el desafortunado incidente con su guardaespaldas, el equipo era consciente de que jamás tendría acceso a esos libros... a menos que 'alguien' les echara una mano. No, no se trataría de algo demasiado ortodoxo, pero la investigadora Vicky sabía que ocasiones desesperadas requieren medidas desesperadas, y eso iba de la mano de un nombre: Annibal Thompson.
Vicky conocía de sobra los turbios negocios de dudosa legalidad en los que Annibal solía verse involucrado, pero en el pasado le había resultado más útil como confidente que entre rejas. Para la voluptuosa investigadora, siempre resultaba interesante tener un contacto de ese estilo, y no fueron pocos los casos que Vicky resolvió gracias a la información que Annibal le proporcionaba. Puede que en esta ocasión también fuera útil y pudieran colarse en la residencia de los Carlyle para robar los famosos libros. Así que tras debatirlo con el resto de miembros, Vicky abandona el edificio para contactar con Annibal siguiendo el procedimiento habitual, que la investigadora prefire mantener en secreto.
Cuando unas horas después Annibal llega junto con Vicky, tras las presentaciones de rigor, el grupo comienza a planear la acción. La suerte parece estar de lado de los investigadores cuando Annibal informa de que en unos días, Erica Carlyle organizará una fiesta benéfica de disfraces, en la que se recaudarán fondos para obra social. Asistirán importantes personalidades de la ciudad, y aunque sin duda la seguridad será alta, una fiesta de disfraces parece el ambiente propicio para colarse e intentar adquirir los libros. Además, el propio Annibal ya contaba con hacerlo, ya que pretendía buscar financiación para otro de sus peculiares negocios. El nuevo colaborador propone que les acompañe uno de sus contactos más hábiles a la hora de romper sistemas de seguridad, aunque los investigadores resuelven que no se le informe de cuáles son sus motivaciones: bastará con que haga el trabajo que se le solicite.
La misión debe permanecer en secreto. Durante el resto del día, el grupo prepara minuciosamente los pasos a dar. Puede que sea la última oportunidad para avanzar en la investigación...