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Las Máscaras de Nyarlathotep

Viernes, 23 de Enero de 1925
Nueva York

Cuando el ladrón que acompaña a los investigadores coge aquel libro de Poe, la estantería se mueve aparatosamente, dejando a la vista una caja fuerte en la pared. El ruido del mecanismo no alerta a los del piso inferior, pero sí al guardia que está con Marion en la habitación contigua, que echando mano a su pistola, se incorpora para ver qué ha pasado. Rápidamente, la arqueóloga impide su avance colocando sensualmente su pierna sobre él y dejando ver su liguero, haciendo que el guardia se olvide por un instante del ruido que le había alertado.

En la biblioteca, el ayudante del grupo se enfrenta al reto de abrir la caja fuerte. Antes de probar sus habilidades, su intuición le hace abrir el libro de Poe, encontrando una combinación de números que al ser introducidos en la caja, provocan que ésta se abra. ¡La operación estaba siendo un éxito! En su interior encontró una serie de libros, que rápidamente guardó bajo sus disfraz. Al ladrón tan sólo le interesaba el dinero que Annibal le había prometido.

Con Erica Carlyle fuera de juego gracias a la palabrería de Annibal Thompson, Aleister recurre a sus setas alucinógenas para volver a despejar las escaleras e intentar subir y ayudar a sus compañeros, colocándolas en un canapé antes de acercarse hacia Johanne, que seguía charlando con él. Fingiendo ser la pareja de la doctora, Aleister deja el canapé en manos del guardia, excusándose ante él y llevándose a Johanne galantemente por el brazo. El guardia no puede resistir la tentación y da un bocado al tentenpié, y poco después, en plena alucinación, sube escaleras arriba como una flecha.

Mientras tanto, Marion estaba teniendo dificultades para contener las manos del guardia, que cada vez más impacientemente, intenta consumar sus intenciones. La arqueóloga, en un arranque desesperado, simula encontrarse mal y se incorpora, abandonando la habitación. Su acompañante sale raudo detrás de ella, pero al hacerlo se encuentra en el pasillo con su compañero de la escalera, que choca contra él, enloquecido. La intrépida Marion aprovecha la ocasión para bajar al piso y perderse entre la multitud.

Poco después, con disimulo, los investigadores abandonan la fiesta y se dirigen de vuelta a la casa de Vicky Dragonson. Allí, tras pagar la parte correspondiente al hábil colaborador, pudieron ver los libros que habían conseguido: Los Manuscritos Pnakóticos, Selections Du Livre D'Eibon, El Pueblo del Monolito y La Vida como un Dios, éste último encuadernado en piel humana... y el turbio extracto de un diario de un tal Montgomery Compton.


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