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Las Máscaras de Nyarlathotep

Miércoles, 21 de Enero de 1925
Nueva York

Los investigadores se enfrentan a los inevitables nervios de quienes saben que se encuentran ante una buena oportunidad para avanzar en la investigación, pero que para lograrlo tienen que obrar con sumo cuidado. La señorita Carlyle no es una mujer cualquiera: a sus 26 años, es la única heredera de la fortuna de la familia Carlyle, desde que los tribunales kenyatas declararon muerto a su hermano Roger, confirmados por los tribunales de estado de Nueva York, y por lo que han podido saber, los asuntos relativos a la expedición que lideró su difunto hermano no están entre sus temas favoritos.

La mansión Carlyle se encuentra en Westchester, a media hora al norte de Nueva York, junto al río Hudson. La finca consiste en una elegante mansión de dos pisos, rodeada de 2 hectáreas de terreno sobriamente cuidado, todo ello protegido por una verja de 3'60m de altura rematada por afiladas puntas. A juzgar por el número de guardias presentes, se toman muy en serio la seguridad.

Al llegar y mostrar sus acreditaciones, un hombre de gran envergadura que se hace llamar Joe Corey, acompaña a los investigadores hacia el despacho de la señorita Carlyle, donde les informa de que dispondrán de una hora de entrevista para explicar aquello que ya adelantaron a su abogado Bradley Grey.

Los investigadores afirman que existe la posibilidad de que su hermano siga vivo, y aunque Erica se decepciona al comprobar que no le muestran ninguna prueba fehaciente de ello, consiguen arrancarle algunos datos extra.

Durante la charla, Erica Carlyle mantiene una fachada de elegancia y robustez, pero resulta evidente que no le gusta hablar sobre la expedición de su hermano. En muchos momentos menciona a la negra, acusándola de ser la culpable de los últimos desvaríos de su hermano. Para Erica, el mero hecho de que tuviese atracción hacia alguien de raza negra ya era una muestra de lo depravado que habían llegado a ser los gustos de Roger.

Erica evita constantemente hablar de los sueños de su hermano, que durante la última época estaba especialmente obsesionado con una serie de libros arcanos. Reconoce que envió a Roger a visitar al doctor Huston para tratar esas pesadillas, y que en ocasiones se siente culpable por ello, ya que a pesar de la influencia evidente de la negra, considera que el doctor Robert Huston también animó a su hermano a mostrar la expedición.

Al escuchar hablar sobre esos libros, los investigadores no pierden un minuto en solicitar a Erica el acceso a su biblioteca para mirar examinarlos en detalle, a lo que la señorita Carlyle se niega en rotundo, alegando que no dispone de esos libros. Ante su cada vez mayor insistencia, Erica Carlyle acaba ofendida, pidiéndoles que por favor abandonen la estancia y dejen la memoria de su hermano en paz. Haciendo caso omiso de las elegantes peticiones de la señorita Carlyle, los investigadores se enroncan en la petición del acceso a dichos libros, lo que acaba por colmar la paciencia del robusto Joe Corey, que acompaña a Erica en todo momento.

Cuando el Aleister observa al guardaespaldas de Erica echar mano al interior de su gabardina, exigiendo el inmediato abandono de la estancia, en un acto de locura que pocos llegan a comprender, procura propinarle un puñetazo. Corey evita sin dificultad el golpe, y saca finalmente un revólver de grandes dimensiones que apunta directamente a la cabeza del ocultista. Los compañeros de Aleister, conscientes del lío en el que se han metido, le convencen en abandonar y salen lo antes posible del lugar, ante los gritos y amenazas de Corey, quién les insiste en que no vuelvan a aparecer por allí o deberán pagar las consecuencias.

El grupo vuelve a su base de operaciones, contrariados por la frustrada entrevista, y temerosos de que sus actos puedan acarrear consecuencias en un futuro cercano...

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Martes, 20 de Enero de 1925
Nueva York

Con los nervios comprensibles por saber si el abogado de la señorita Carlyle habría podido conseguir la deseada entrevista, los investigadores parten de su cuartel general de operaciones hacia el buffete de abogados Dunstan, Whittleby y Grey.

Llegados a la calle 57 oeste de Nueva York, el señor Bradley Grey recibe al grupo, y no tarda en informarles de que la señorita Erica Carlyle ha aceptado reunirse con ellos a la mañana siguiente, motivada por esa información de que puede que su hermano se encuentre aún con vida, aunque les advierte de que sean comedidos hablando del tema con ella.

Los investigadores vuelven a casa contentos por haber conseguido la cita con la señorita Carlyle, aunque con la duda de si la agresiva forma de llamar su atención jugaría en su favor o no durante la misma. Es el momento de preparar las preguntas.
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Lunes, 19 de Enero de 1925
Nueva York

Todavía sobrecogidos por los terribles sucesos acontecidos en la Casa del Ju-Ju, los investigadores tratan de recuperarse en la mansión de Vicky. Allí listan todos los extraños objetos que han podido sustraer de aquel lugar maldito, y temiendo que sus acciones puedan desatar la ira de los sectarios de Harlem, deciden guardarlo todo bajo llave en la caja fuerte de la mansión.

Aquella noche todos tuvieron horribles pesadillas, influenciados por la experiencia vivida en los barrios bajos de Harlem, que apenas les permitieron descansar. Así, con unas evidentes muestras de cansancio, los investigadores se pusieron manos a la obra para cerrar una de los últimos cabos que les quedaban por investigar en la Gran Manzana: la visita a la señorita Erica Carlyle, hermana del malogrado playboy que dirigiese la expedición que llevaba su nombre.

Con la esperanza de concertar una entrevista con Erica, tanto Marion como Johanne decidieron visitar a Bradley Grey, el afamado abogado de la familia Carlyle. Las dos mujeres tienen las ideas muy claras y no dudan en recurrir a sus sospechas sobre la posibilidad de que Roger Carlyle siga vivo para llamar la atención del abogado y en última instancia, provocar la deseada cita con Erica. Tras unas palabras sabiamente elegidas, las dos investigadoras consiguen arrancar de Bradley la promesa de que intentará concertar la entrevista. El abogado les cita a la mañana siguiente para hablar sobre ello.

Absorto por la gran cantidad de extraños objetos de, el ocultista Aleister Crowley se afana en buscar algún tipo de conexión entre ellos y las marcas en la frente de Jackson Elías. Dedica el resto del día a ello, pero sus resultados son nulos: no hay ningún tipo de conexión lógica. Frustrado, vuelve a la base de operaciones del grupo, para continuar con sus lecturas.

Mientras tanto, Vicky Dragonson decide realizar una nueva visita al teniente Poole, en pos de conocer los avances que se hubieran podido realizar en el caso y adicionalmente, para revisar la información que la policía guardaba sobre Jack Brady, el fiel escudero de Roger Carlyle. Gracias a su crédito, Vicky no tiene problemas en lograr acceder a su historial criminal, pero nuevamente acabará por volver con las manos vacías a su mansión, ya que toda la información que pudo recopilar ya había sido previamente obtenida por distintos medios.

Todo parecía indicar que Erica Carlyle era la única persona que podría arrojar algo más de luz al caso. Y para ello, los investigadores debían confiar en haber llamado su atención a través de su abogado, el reputado Bradley Grey.
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Silas N'Kwane es un hombre nacido en Kenya hace algo más de 70 años. Es una persona afable aunque muy celosa de su intimidad, y algo racista: no suele tener buena opinión de los caucásicos que se acercan a Harlem.

Regenta una tienda de antigüedades que recoje objetos de distintas culturas africanas. La tienda se llama 'La Casa del Ju-Ju', y se encuentra en el barrio de Harlem.
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El doctor Mordecai Lemming es un antropólogo especializado en continente africano, que ha colaborado habitualmente con la policía y con el teniente Poole en distintos casos.


Es un hombre de cierta edad, excéntrico y algo pedante cuando se trata de sobre sus campos de estudio principales. No da ningún crédito a lo sobrenatural y aborrece a todo aficionado a las ciencias ocultas.
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Máscara encontrada en el sótano de la tienda africana llamada "La Casa del Ju-Ju"

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Madrugada del Lunes, 19 de Enero de 1925
Barrio de Harlem, Nueva York

Pero si el grupo quería saber algo más, debían mirar qué se escondía bajo aquella pesada losa. O al menos, eso pensaban. Además, Vicky seguía pensando en aquellos objetos que había visto tras la cortina. Estaba segura de que ayudarían a la investigación. Así que cuando recuperaron el valor, nuevamente Vicky y Aleister se adentraron en el sótano. Marion, que asustada por la tardanza de sus compañeros había vuelto al interior de la tienda, y Johanne, no parecían tan seguras de que fuera buena idea, pero no hicieron mucho por impedir el avance de sus compañeros.

De nuevo en la habitación, Vicky se dirigió hacia el sistema de poleas, y comenzó a abrir pesadamente esa extraña cubierta de piedra. Antes, de eso,  había entregado a Aleister un extraño cetro plagado de runas que había encontrado en el suelo, junto a las poleas.

Cuando la apertura hacia el pozo ya era de algo más de un metro, Vicky no pudo resistir la tentación de mirar qué se escondía en él. La visión fue si cabe aún más aterradora: una enorme masa de carne informe se expandía y se contraía en el interior. Se componía de docenas de rostros humanos unidos a la masa más o menos cilíndrica y vermiforme de músculos de aspecto enfermizo, veteados de color púrpura. Las caras lloraban, gemían y aullaban de una forma tan terrible que provocaron un shock a la investigadora, cuyas piernas flojearon y parecía que iba a caerse en el pozo.

En un alarde magnífico de reflejos, Aleister vio que su compañera estaba a punto de caer, y cuando notó que los aullidos habían vuelto a alertar a los zombis, que salieron de nuevo a proteger el recinto, rápidamente agarró a Vicky y salieron nuevamente del sótano, cerrando pesadamente la puerta. El ocultista, sabedor de que los horrores podrían hacerle perder la razón, decidió evitar mirar siquiera el pozo.

Vicky no reaccionaba. La visión le había dejado blanca como la leche, y tan sólo acertaba a balbucear palabras inconexas mientras un hilillo de saliva le recorría la comisura de los labios. Johanne trató de sacar de su estado a la investigadora, mientras que Marion insistía en que había que abandonar ese lugar. Mientras tanto, desde el interior del sótano se escucharon unos desagradables sonidos, como de carne triturada por violentos mordiscos, hasta que en el ambiente quedaron tan sólo los extraños sonidos de la criatura.

Contra todo pronóstico, una vez Vicky recuperó el conocimiento, y quizá aún afectada por su estado de shock, quiso volver a adentrarse una última vez en el sótano, aunque sólo fuera para cerrar aquel horrible pozo de pesadilla. Cuando entró a la habitación, observó que las cortinas de la habitación del fondo estaban descubiertas, sin rastro de los extraños seres que había visto antes. Quizá habían caído al pozo y esa cosa los había devorado, calmando su sed, aunque seguía emitiendo horribles alaridos mientras Vicky, temblorosa pero en estado de éxtasis, lograba cerrar aquel agujero maldito para siempre.

Antes de abandonar finalmente la tienda, la investigadora no pudo resistirse y se dirigió rápidamente hacia la habitación tras las cortinas, donde pudo recuperar una serie de objetos, entre los que destacaban una máscara de aspecto siniestro y un libro titulado Senderos Oscuros de África: el mismo que Jackson Elías andaba buscando. 

Absorta en su hallazgo, inconsciente, no reparó en que una sombra se movía a sus espaldas. Uno de los zombis seguía por la habitación, oculto gracias a la escasa luz y pretendía emboscar a la investigadora. Afortunadamente, Aleister estuvo atento y alertó a Vicky, que corrió con todos los bártulos hacia la puerta. En su huída, el monstruoso cadáver andante asestó un mordisco en el hombro de la joven, pero tras un duro forcejeo logró escapar y cerrar aquella puerta. 

El grupo no perdió ni un minuto más y volvieron al coche a toda prisa. Johanne y Marion, estupefactas ante el relato de lo que Aleister y Vicky les contaron, no podían sino intentar convencerse de que aquello tenía que ser fruto de alguna visión o alucinación. Era la única forma de mantener la razón, aunque no podían negar los terribles sonidos que procedían del sótano, y el mordisco de Vicky era bien real. 

Pero la investigadora sabía bien lo que había visto: ese horrible ser informe bajo el pozo era real. Terriblemente real. Y era mejor que quedase allí olvidado.

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Madrugada del Lunes, 19 de Enero de 1925
Barrio de Harlem, Nueva York


Tras varias horas vigilando la entrada a la Casa del Ju-Ju, la madrugada había caído sobre el barrio de Harlem. La policía no frecuentaba mucho aquellos aledaños, y podría decirse que ni siquiera los lugareños paseaban habitualmente por sus calles, y menos aún en la oscuridad de la noche.


Durante aquel tiempo, los investigadores vieron cierto ajetreo en las inmediaciones de la tienda. Varios hombres de raza negra, probablemente inmigrantes ilegales, entraban y salían de la Casa del Ju-Ju. Marion y Vicky enseguida sospecharon que el interior debía esconder algún tipo de sótano o cuarto trasero, porque no era muy lógico que entrase tanta gente en un local aparentemente tan pequeño. Llegaron a la conclusión de que se estaba produciendo una especie de reunión.

Cuando el reloj marcaba la 1 de la madrugada, finalmente las luces de la tienda se apagaron y de su interior salieron tres hombres, incluyendo a Silas N'Kwane. Según los cálculos de los investigadores, ya no debía quedar nadie dentro, y decidieron que era un buen momento para echar un vistazo al interior... pero antes, Vicky y Marion decidieron seguir al trío que había abandonado la tienda con tan mala fortuna que fueron descubiertos, siendo así obligados a disimular y perderse entre los callejones del barrio hasta reencontrarse quince minutos después con el resto de miembros del equipo.

Tras levantar la pesada pero estropeada verja que protegía la puerta del comercio, el grupo forzó a golpes la maltrecha entrada principal tras fracasar en su intento de utilizar ganzúas. No parecía apropiado que todos entraran, por lo que Vicky, armada con su revólver, y el ocultista Aleister se adentraron al interior de la Casa, mientras que Marion y la doctora Johanne quedaban fuera, vigilando que nadie volviese a la tienda.

Una detenida mirada al interior permitió al ocultista encontrar una trampilla detrás del mostrador, que daba paso a una estrecha escalera de madera hacia el sótano. Fue Vicky la encargada de entrar, utilizando el zipo de Vicky a modo de linterna. La bajada, de unos 6 metros, conducía a un pasillo que acababa frente a una puerta de aspecto muy resistente. Las paredes, el suelo, y el techo del pasillo eran de piedra, y estaban decorados con símbolos arcanos que no consiguieron identificar.

La puerta del fondo era de roble, reforzado con tiras de hierro. Vicky recordó la llave que Silas N'Kwane parecía tener colgada del cuello. Probablemente, sería la llave que abriera esta puerta.

En aquel momento, Marion observó horrorizada que Silas volvía hacia la tienda junto con un hombre de gran envergadura envuelto en una túnica. Tan sólo tuvo tiempo de avisar a Johanne de la inminente llegada del dueño del establecimiento, antes de abandonar la estancia para ocultarse entre las sombras de la noche. La doctora por su parte se adentró al interior de la tienda y bajó hasta encontrarse con el ocultista y la investigadora. Cerró la trampilla y quedaron en silencio, cuando por fin escucharon que los dos africanos entraban en la tienda.

Con las pulsaciones acelerándose a velocidad de vértigo, los tres investigadores vieron cómo alguien abría la trampilla y echaba un vistazo, quizá buscando a inquilinos no deseados. Afortunadamente, la oscuridad de la estancia les mantuvo a salvo, y el extraño volvió a cerrar la trampilla para acto seguido ponerse a charlar con su compañero en un idioma que no alcanzaron a reconocer.

Decididos a entrar en aquella puerta, los tres personajes urdieron un plan: Vicky golpearía pesadamente la puerta, buscando llamar la atención de los africanos, para que cuando éstos bajaran al sótano, Johanne y Aleister pudieran sorprenderles bajo las escaleras provocando su caída.

El plan funcionó a la perfección, y consiguieron derribar al corpulento compañero de Silas mientras descendían por el pasadizo, que se llevó por delante al dueño de la tienda. El impacto contra el suelo fue brutal, y ambos quedaron inconscientes tras sendos golpes en la cabeza. Johanne comprobó ipso-facto que uno de ellos había muerto en el acto, mientras que el otro, el propio Silas, había quedado inconsciente. Aprovecharon para atar al anciano, por si acaso, y extraerle la llave que colgaba de su cuello. Además, en el cuerpo sin vida de su compañero encontraron una curiosa cinta metálica con algunas extrañas inscripciones y runas que Aleister decidió guardar.

Vicky cogió la llave y temerosa, se adentró al sótano.  Junto a la entrada, había dos postes verticales de los que colgaban correas de cuero, que los investigadores supusieron que servían en los rituales que los rumores apuntaban que allí se producían. En el centro de la habitación, rodeada por una gran cantidad de tambores africanos y algunos extraños sombreros rojos, había un pozo de 2,40 m de diámetro, cubierto por un bloque de gruesa piedra negra. El bloque parecía moverse mediante unas poleas que colgaban del techo. Aunque la escasa luz con la que contaban no permitía ver toda la estancia, Vicky vio que en el fondo una cortina parecía dar paso a otra habitación.


De haber sabido lo que encontraría allí, quizá Vicky hubiera decidido no acercare y salir corriendo de allí, pero la curiosidad de la investigadora la impulsó a echar un ojo y descubrir aterrada que cuatro figuras mutiladas se mantenían de pie tras la cortina. Llevándose la mano a la boca para evitar la arcada producida por el pestilente olor a putrefacción, Vicky alcanzó a ver algunos objetos terribles, pero antes de que pudiera echar mano de ellos, uno de aquellos seres se movió. Tenía una tremenda herida en el estómago, y parte de sus intestinos salían torpemente a través de ella. Un ojo colgaba de sus cuencas. La visión espantó a la investigadora, que echó a correr hacia la salida, saliendo indemne de lo que había presenciado.


Todavía en estado de shock, Vicky relató a sus compañeros lo que había visto. Quería convencerse de que aquellos seres aún seguían con vida, aunque cualquier análisis lógico llevaría a la conclusión contraria. Se escondieron bajo la escalera, hasta que el silencio volvió a apoderarse de la estancia.
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Domingo, 18 de Enero de 1925
Nueva York

Tras la amarga despedida final a Jackson Elías, el equipo reposaba en una de los pisos en propiedad de la señorita Vicky, siempre y cuando pudiera llamarse reposar al minucioso análisis que el grupo estaba realizando sobre las pruebas recopiladas hasta el momento. Los indicios apuntaban inefablemente hacia dos lugares: La misteriosa Casa Ju-Ju, cuyo dueño aparecía mencionado en la tarjeta de visita de Importaciones Emerson, y la mansión de la afamada Erica Carlyle, que bien pudiera arrojar más datos acerca de la expedición. Pero además, Aleister Crowley parecía interesado en conocer a Mordecai Lemming, el experto en temas africanos con el que solía contactar el teniente Poole.

Así pues, mientras que Johanne y Marion fueron a la biblioteca municipal a informarse en prensa y hemerotecas acerca de Erica Carlyle, Aleister y Vicky se dirigieron a visitar al extravagante señor Lemming.

Las investigaciones realizadas en la biblioteca no fueron muy fructíferas, más allá de leer acerca de cómo Erica parecía estar enmendando los años de despilfarro de fortuna familiar llevados a cabo por Roger Carlyle. La hermana del playboy no parecía alguien de fácil acceso, debido a su privilegiada posición social, pero pero la doctora y la arqueóloga consiguieron dar con el nombre de Bradley Grey, un personaje cercano a Erica que bien pudiera resultar de utilidad para concertar una cita con la heredera de la fortuna de la familia Carlyle.

Pero si la visita a la biblioteca no pareció haber tenido demasiado éxito, menos aún tuvieron Aleister y Vicky en su entrevista con Mordecai Lemming. El 'experto' en folklore africano resultó ser un charlatán cuya mayor habilidad era la de enlazar medias verdades de tal forma que un oyente normal pudiera picar el anzuelo y creerse que se hallaba ante una eminencia en el tema. Pero el ocultista Aleister enseguida captó al farsante, empeñado en relacionar sectas de vudú con el asesinato de Jackson Elías. La pareja de investigadores abandonó el hogar del señor Lemming sin nada nuevo.


Reunidos de nuevo en el piso de Vicky, el grupo decidió que era hora de realizar una visita a la Casa Del Ju-Ju. Al ser domingo, probablemente se encontrarían con la tienda cerrada, y quién sabe, a lo mejor podían echar un vistazo accediendo a su interior sin levantar sospechas...


La tienda se encontraba en el barrio de Harlem, al este de la Avenida Lenox, en una calle que se abría a un patio cuadrado de 6 metros de lado. Las únicas puertas del patio son la entrada de La Casa del Ju-Ju y una puerta trasera de una casa de empeños abandonada.

Las gentes del barrio de Harlem no parecían muy predispuestas a hablar con este grupo de extraños que había llegado a su zona, pero mostrando algo de simpatía y educación el equipo consiguió oír algunos rumores que apuntaban a que durante algunas noches, periódicamente, se oían gritos y cánticos procedentes de la tienda.

Cuando el grupo pasó por allí, pudo observar como dos hombres de raza negra entraban a la tienda, así que Marion y Vicky decidieron que podía ser una buena idea acceder a la misma. La fachada de la tienda consistía en un escaparate y una puerta de vidrio, ambas con cortinas por le interior que dificultaba ver lo que había dentro. En el escaparate había piezas de arte africano que Marion identificó como piezas auténticas y genuinas.

Dentro, el lugar estaba sucio, polvoriento y atiborrado de artefactos tribales como máscaras, tambores, tallas de bestias salvajes o piezas de marfil. El ambiente es desalentador, y en el interior, hay un grupo de clientes además del dueño de la tienda, a quienes Vicky y Marion identifican como Silas N'Kwane.

Los presentes miraban con cierto recelo a la pareja, por lo que la arqueóloga procuró sin mucho éxito evitar sospechas preguntando por una de las máscaras allí presentes, pero pronto fueron dirigidos toscamente hacia la salida, bajo excusa de que la tienda no estaba abierta al público los domingos.

La extraña actitud de Silas N'Kwane y los turbios rumores sobre la tienda indujeron al equipo a vigilar desde el coche durante horas las inmediaciones de la tienda, con el objetivo de conocer de primera mano quiénes se movían alrededor de la misma.  Quién sabe, quizá aquella noche volverían a escucharse aquellos extraños cánticos de los que hablaban los vecinos...



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Sábado, 17 de Enero de 1925
Nueva York

Aleister llegó a la estación de tren de Cambridge a primera hora de la mañana, donde le esperaba Marion con el objetivo de que ambos se reuniesen de nuevo con la bibliotecaria Miriam Artwright y pudieran avanzar en la identificación del símbolo de la frente de Jackson Elías. El entusiasmo mostrado por la señora Artwright al respecto daba esperanzas de arrojar algo más de luz sobre el asesinato del escritor.

Fue una mañana fructífera para el trío. Las investigaciones realizadas junto a la señora Artwright habían rebelado que el símbolo de la frente de Elías procede de una secta llamada La Lengua Sangrienta, centrada en Kenia.

Mientras tanto, tras aplicar las consiguientes curas en el centro médico, Johanne se dirigió hacia el Colegio de Medicina de Nueva York. La intención era clara: acceder a las notas sobre Elías que el doctor Huston había recopilado y que tras su muerte, habían quedado bajo custodia del Colegio. No parecía una tarea sencilla, pero Johanne confiaba en que sus contactos podrían ayudarle a conseguirlo.

Así pues, la doctora se puso en contacto con Kevin Livingstone, antiguo compañero de Universidad, a quien no le resultó excesivamente difícil acceder a los papeles de Huston y entregárselas a Johanne, que prometió entregarlos de vuelta lo antes posible, para evitar levantar sospechas.

Aquellas notas representabban el mejor atisbo posible a la mente de Roger Carlyle cuando alió en dirección a Londres y después hacia El Cairo. Relataban un extraño sueño recurrente que el propio Roger sufría, en el que una voz le instaba a 'convertirse en Dios', y que consideraba una especie de llamada. También aparecía citada la sacerdotisa M'Weru, una suerte de confidente para Roger Carlyle. Las notas terminaban con una anotación del doctor Huston en la que señalaba que no tenía más remedio que acompañar a la expedición...

Por otra parte, a investigadora privada Vicky Dragonson decidió dedicar aquella mañana a visitar las oficinas de Importaciones Emerson, con el fin de averiguar qué implicación pudiera tener con el asesinato de Jackon Elías: su tarjeta apareció en aquella fatídica habitación. La empresa ocupaba un edificio largo y estrecho con muelles de carga delante y detrás, habilitado como almacén. La oficina se situaba en un altillo de la parte delantera.

Fue recibido por Arthur Emerson, un hombre de unos 50 años, que enseguida expresó su condolencia cuando Vicky le informó de la muerte de Jackson Elías. El señor Emerson recordaba la visita del escritor, quien había etado recorriendo algunos importadores para buscar pistas en su investigación.

Arthur informó a Vicky de que su empresa es el agente en Nueva York del exportador keniata Ahja Singh, cuyo único cliente en los EEUU es la Casa del Ju-Ju, una tienda de folklore africano con docmicilio en el 1 de Ransom Court, Nueva York. Intrigada, la investigadora incidió en el tema, pero tan sólo consiguió obtener una vaga descripción del dueño, de nombre Silas N'Kwane.

Vicky intentó que el señor Emerson reconociese la foto del carguero que encontraron en el hotel Chelsea, pero el empresario dijo no conocerlo. Afirmaba tener su propia flota.

No contentas con la información obtenida, las dos mujeres visitaron acto seguido la policía portuaria a fin de tener más datos acerca del misterioso carguero. Gracias a la reputación de Vicky, que había colaborado con la policía de Nueva York en más de una ocasión, pudieron enterarse de que aquella foto fue tomada sin lugar a dudas en Shangai, y que el carguero tenía un nombre: Ama Oscura.

El día acabó con todo el grupo reunido de nuevo, haciendo acto de presencia en el funeral de Jackson Elías. A pesar de la fama del escritor, no acudió demasiada gente, y la ceremonia fue rápida y sin sobresaltos. Allí, los investigadores volvieron a encontrarse con Jonah Kensington, quien valoró positivamente la presencia del grupo, hasta tal punto que tras otra charla, consiguieron acceder a las últimas notas del escritor, que tal como ya indicara el propio señor Kensington previamente, parecían mostrar que Jackson Elías había perdido el juicio...
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Viernes, 16 de Enero de 1925
Nueva York

La muerte de Jackson Elías había afectado al grupo, y los ánimos se levantaron a tono con el monótono cielo gris del invierno neoyorkino. El excéntrico escritor ya no podía proporcionarles la información necesaria para iniciar lo que prometía ser una buena aventura, y ahora la situación se había convertido en una maraña de incógnitas que no habían hecho sino multiplicarse. Pero eran conscientes de la necesidad de ponerse en marcha, así que los investigadores se dirigieron a primera hora hacia el centro médico para que Johanne recibiera sus curas del machetazo que recibió en el brazo. Quedará una bonita cicatriz, pero podía haber sido peor: a fin de cuentas, estaba viva.

Tras la visita al hospital, el grupo de investigadores partió hacia la comisaría, tal y como habían quedado con el teniente Poole, para dar testimonio de lo allí ocurrido. Aprovechando su buena relación con el cuerpo de policía, Vicky decidió quedarse en la comisaría una vez terminada la declaración, para intentar conocer los avances de la investigación. Johanne, todavía convaleciente, se quedó con él, mientras que Aleister y Marion partieron en busca de respuestas.

La arqueóloga había quedado intrigada por la carta que encontraron en la habitación 410, firmada por la señorita Miriam Artwright de la Universidad de Harvard, por lo que decidió intentar entrevistarse con ella. Pero antes de hacerlo, envió un telegrama a su amiga Elizabeth "Liz" Minelli, una antigua compañera de Universidad que actualmente residía en Shangai, preguntando por el bar que anunciaba la caja de cerillas que encontró en la escena del crimen.

Biblioteca Widener, Universidad de Harvard
Acto seguido, Marion partió hacia Harvard, donde Miriam Artwright le recibió cordialmente. Allí supo que el libro que Jackson buscaba había sido sustraído de la biblioteca meses antes de que el escritor se lo pidiese. La señorita Artwright había colaborado con Jackson Elías en investigaciones pasadas, y se mostró dispuesta a volver a hacerlo para esclarecer su muerte y lo que fuera que hubiera tenido entre manos. Marion prometió volver al día siguiente, con una reproducción de la marca encontrada en la frente de Elías, para ver si podían encontrarle un significado. Pasaría la noche en Boston y pediría telefónicamente a Aleister que viajase a la Universidad lo antes posible.

Por su parte, Aleister Crowley visitaría a Jonah Kensignton, el editor con el que Jackson Elías había publicado todos sus libros. No conocía personalmente a Jonah, pero confiaba en que su amigo Jackson le hubiera hablado de él, y eso ayudara a obtener la mayor información posible para continuar con la investigación. Afortunadamente, la teoría de Aleister se demostró cierta, y tras una larga conversación sobre el malogrado Jackson, Jonah parecía estar de acuerdo en que el asesinato de su compañero era una especie de crimen ritual. Al parecer, Elías estaba convencido de que no todos los miembros de la expedición Carlyle murieron, y mostró a Aleister una carta en la que el escritor afirmaba tener pruebas para demostrarlo.

Despacho de Jonah Kensington
Jonah informó también de una serie de notas que él mismo había ordenado y recopilado a partir de la correspondencia que había mantenido con Jackson Elías. Accedió a enseñarle una parte de las mismas a Aleister, con la promesa de que aquello no saldría a la luz. Según sus palabras, las últimas notas eran de una naturaleza tan fragmentaria que pensó que su amigo se había vuelto loco, y por el bien de su reputación, decidió mantenerlas en secreto.

Mientras tanto, Johanne y Vicky charlaban con Martin Poole sobre el caso. Al parecer, este no era sino el noveno crimen de características similares, y aunque aparentemente las víctimas no parecían compartir ningún tipo de conexión, todas ellas tenían ese diagrama grabado en la frente, que parecía provenir de una secta criminal africana. Poole consideraba esto una prueba de un crimen ritual, aunque los habitantes de Harlem, donde apuntaban las investigaciones, no parecían saber nada del tema.

El teniente informó a los investigadores que la policía solía contar con los servicios de Mordecai Lemming, un especialista en temas africanos, y añadió que había sido denunciado un robo en la Avenida Lenox de un Hudson modelo 1915 como el que utilizaron los fugitivos.

A pesar de haberse tratado de un día largo para los investigadores, sabían que les esperaba uno aún peor, y es que en menos de 24 horas se celebraría el funeral de Jackson Elías.


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Jueves, 15 de Enero de 1925
Nueva York

En aquella lluviosa mañana de Enero, la investigadora Vicky Dragonson recibió la llamada de su amigo Jackson Elías, citándoles a ella y a su equipo de investigación en la habitación 410 del Hotel Chelsea a las 20h, tal y como anteriormente le había dejado saber. El escritor se mostraba especialmente nervioso y excitado, lo que llamó la atención de Vicky, que no tardó en ponerse en contacto con su equipo, recién llegado a la ciudad, para preparar la reunión: la investigadora pasaría a recogerles a cada uno de ellos a las 19h, con el objetivo de poner en común los puntos que han podido investigar durante los días previos antes de acudir a la cita con Elías.

Llegado el momento, el grupo al completo, compuesto por Vicky, Johanne, Marion y Aleister, entraron en el Hotel Chelsea, solicitando al recepcionista el permiso para subir a la habitación 410, en busca de Jackson, y que avisara a éste de su llegada, consiguiéndolo sin demasiada dificultad.

Hotel Chelsea
A su llegada, Vicky golpeó la puerta de la habitación de Jackson, anunciando su llegada. No hubo respuesta. Intrigado, el grupo insiste, golpeando la puerta cada vez con más virulencia. Fueron Marion y Johanne las que apreciaron que a pesar de la ausencia de respuesta, había movimiento dentro de la habitación…ajetreo que parecía proceder de más de una persona. Era el momento de actuar, y decidieron hacerlo derribando la puerta para acceder al interior de la habitación: Aleister y Marion cargaron con todas sus fuerzas hasta que la puerta cedió, dejando a la vista la habitación, donde una sombra furtiva parecía huir a través de la escalera de incendios.

Vicky fue la primera en internarse a la habitación, y tras un rápido vistazo que apenas le permitió apreciar que había alguien bajo las sábanas de la cama, se dirigió rápidamente hacia las escaleras, persiguiendo a quien fuera que hubiera salido por ahí. Pronto descubrió que se trataba de dos hombres de raza negra que descendían a toda velocidad las escaleras de incendios, dirigiéndose hacia un coche de color negro, un Hudson modelo 1915, que les esperaba. Vista la agilidad de los fugitivos, la investigadora sacó su arma del calibre .45 y a la vista de que los hombres no respondían a sus avisos, disparó con la intención de herir a uno de ellos. Desgraciadamente, los dos hombres de raza negra lograron montar en el coche y escapar.

Hudson modelo de 1915
Mientras tanto, el resto del grupo se había adentrado en la habitación. Marion captó la presencia de un tercer asaltante, pero su aviso no sirvió para evitar que Johanne recibiera un machetazo. La doctora cayó inconsciente al suelo antes de poder reaccionar. Al ver a su compañera caer, Marion Elfwood sacó su cuchillo y apuñaló con violencia al atacante, causándole una importante hemorragia que le hizo perder la consciencia y caer aparatosamente al suelo, para morir instantes después.

Cuando Vicky regresó a la habitación, descubrió que el escándalo había alertado a uno de los botones del Hotel, que escandalizado ante la escena se apresuró a salir de la habitación para avisar a Seguridad. En aquel momento de tensión, Aleister retiró la sábana que cubría la cama, pero cuando vio que lo que ocultaba era el cadáver de Jackson Elías, detuvo aquello que se disponía a realizar, estupefacto.

La tensión de la situación era evidente, y fue Vicky la que procuró controlar la situación acompañando al botones hacia recepción, para relatar lo ocurrido y solicitar una ambulancia para Johanne. Mientras tanto, Marion aprovechó para ojear el cadáver africano que yacía en el suelo después de reanimar a Johanne, al tiempo que Aleister revisó el estado del cuerpo de Jackson Elías. Esto permitió a los investigadores obtener unas pistas:

Una extraña marca en la frente de Elías, y entre sus pertenencias, una carta de Miriam Atwright en la que informaba a Jackson que no disponían del libro que éste parecía haber solicitado.

Entre las posesiones del hombre africano, por su parte, se encontraban una caja de cerillas de un bar de Shangai, una extraña foto de un carguero en un puerto comercial y una tarjeta de visita de Importaciones Emerson, en cuyo reverso podría verse anotado a mano el nombre de Silas N’Kwane.

La escena del crimen
Cuando llegó la policía con el teniente Poole al cargo, lo hizo también una ambulancia, y el teniente permitió que Johanne fuera trasladada al Centro Médico, junto a uno de sus hombres. Marion también acompañó a la doctora, quedándose Vicky y Aleister con el teniente Poole, al que explicaron lo sucedido con todo el detalle del que fueron capaces. Aún así, evitaron mencionar el hallazgo de las pistas que ya habían recogido, temerosos de que pudieran dificultar su investigación. 

Tras acordonar la habitación para su posterior investigación, Poole el teniente pidió al grupo que al día siguiente pasaran por comisaría para tomarles declaración. Aún así, parecía tener claro que los investigadores no tenían nada que ver con el asesinato de Jackson Elías, ya que parecía llevar muerto más tiempo del que había transcurrido desde su llegada, confirmada por el recepcionista del Hotel y el botones. 

Así las cosas, Aleister y Vicky volvieron al hospital, donde se reunieron con sus dos compañeras. Afortunadamente, la vida de Johanne no corría peligro, pero debía pasar cada mañana durante los siguientes días a realizarse las curas pertinentes en el Hospital. La jóven investigadora privada invitó a sus compañeros a pasar la noche en su casa, donde prepararían sus siguientes movimientos.

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Miriam Artwrith es una bibliotecaria que trabaja en la Universidad de Harvard. Admiraba a Jackson Elías, y con quien éste contactó para solicitarle algunos libros para sus investigaciones. Su última petición fue 'Sectas Oscuras de África', ejemplar que curiosamente había desaparecido tiempo antes de que Jackson se lo pidiese.

Se muestra dispuesta a colaborar con los investigadores, y les ayuda a descifrar el símbolo encontrado en la frente del cadáver de Jackson Elías, identificándolo como una runa antigua que pertenece a una secta innominada del antiguo egipto dinástico.


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Dueño de la editorial Prospero House, con la que Jackson Elías ha publicado sus libros.

Tenía notas procedentes del propio Jackson, que accede a enseñar a los investigadores si bien no les permite quedárselas, para proteger la reputación de su colega.

Se muestra dispuesto a ayudar a los investigadores en el caso del asesinato de Jackson Elías.




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El teniente Martin Poole es un hombre de casi cincuenta años, de pelo amarillo arenoso y una cara bastante agobiada.

Es el responsable de la investigación del asesinato de Jackson Elías, debido a su similitud con otra serie de asesinatos que ha estado investigando durante los últimos dos años, todos los cuales parecen relacionados con el culto de la Lengua Sangrienga.


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Notas médicas del Dr. Robert Huston sobre Jackson Elías


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Últimas notas enviadas por Elías Jackson a su editor Jonah Kerrington


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Resumen de las notas enviadas por Jackson Elias a su editor Jonah Kerrington


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Carta enviada por Elías a su editor, Jonah Kerrington


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Marca encontrada en la frente del cadáver de Jackson Elías


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Carta de Miriam Atwright encontrada en la habitación 410 del Hotel Chelsea


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Tarjeta de visita encontrada en la habitación 410 del Hotel Chelsea


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Foto encontrada en la habitación 410 del Hotel Chelsea


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Caja de cerillas encontrada en la Habitación 410 del Hotel Chelsea



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El año 1925 no había hecho más que comenzar, cuando la investigadora privada Vicky Dragonson recibió un escueto telegrama de su gran amigo Jackson Elias, en el que le confesaba que disponía de información interesante acerca de la famosa Expedición Carlyle que quería investigar, y para lo que le pedía que reuniese un grupo de investigadores capaces. Llegaría a Nueva York el día 15 de Enero.

La tristemente malograda Expedición Carlyle había partido de Nueva York el 5 de Abril de 1919, en dirección a Londres, desde donde partirían hacia Egipto, el auténtico destino de su viaje. Pero las cosas no fueron como se preveían, y la expedición pereció en algún lugar de África, tal y como informaron los medios de comunicación. La prensa se hizo eco también del hallazgo de los asesinos, nativos nandi, que fueron condenados a muerte en Nairobi.

Vicky Dragonson se puso acto seguido manos a la obra, y telefoneó a su gran amiga la doctora Johanne Stone para solicitarle su ayuda, que pronto partió en dirección hacia Nueva York. Johanne Stone, intrigada acerca de la información de su amiga, se interesó por la presencia en la expedición del reputado psicoanalista el doctor Robert Hudston, enterándose de que sus informes médicos quedaron en manos del Colegio de Médicos de Nueva York.

De la misma forma, informó a una antigua conocida, la arqueóloga Marion Elfwood, que enseguida se interesó en cuanto Vicky le mencionó a la famosa Expedición Carlyle, en la que participó la reputada Fundación Penhew, a quien todos los egiptólogos guardaban cierta admiración. Tras contactar con su ex marido, actualmente en Egipto, descubrió que la Expedición Carlyle había mantenido el mismo secretismo con respecto a sus intenciones que la que demostró en Nueva York: realizaron varias excavaciones en el desierto, y se rumorea que dieron con un importante hallazgo, pero se negaron a hacer declaraciones a la prensa o a sus compañeros de profesión. Poco después, partirían hacia Nairobi, para encontrarse con su funesto destino.

Por último, Vicky también se puso en contacto con el ocultista Aleister Crowley, con quien tiempo atrás había flirteado en el ambiente nocturno de Boston. Aleister quiso investigar acerca del destino de la Expedición y en especial, su sangriento final a manos de los nativos nandi. Descubrió que la tribu, originaria de Nairobi, se relacionaba insistentemente con algún tipo secta pagana que ofrecía sacrificios humanos, aunque las fuentes son confusas y muchos dudan de la veracidad de esas historias.

Mientras tanto, la investigadora se dedicó a revisar el historial criminal de los miembros de la expedición, aunque no encontró nada reseñable entre los miembros más reputados de la misma. El personaje más conflictivo era Jack Brady, gran amigo de Roger que había tenido varios problemas con la justicia.

Finalmente, el 15 de Enero, Vicky Dragonson recibe la llamada de su amigo Elias Jackson para citarse con él y discutir sus descubrimientos.
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Jack Brass Brady era un gran amigo de Roger Carlyle, con un amplio y dilatado historial policíaco en el que figuran peleas de bar, hurtos de poca monta, vagancia, juego, embriaguez e incluso una acusación de asesinato, de la que fue absuelto. En ella, se le acusaba de ahogar a un hombre tras una pelea en un campo petrolífero en California.

Como sargento de la infantería de Marina, estuvo en China y posteriormente en el Frente occidental, concretamente en Francia, donde se hizo merecedor de una Estrella de Bronce y varias citaciones en el orden del día. Se rumorea que hizo de mercenario en Turquía, y que hablaba turco y árabe, así como varios dialectos chinos.

Conoció a Roger Carlyle cuando éste, tras ser expulsado de la Universidad de California, coincidiendo con el incidente de Jack en el campo petrolífero. Carlyle entabló una fuerte alianza con Jack, proporcionándole a los mejores abogados del país, que fueron capaces de demoler metódicamente todos los argumentos de la acusación. El veredicto final fue absolutorio por la concurrencia de diversas razones técnicas. Desde entonces, Carlyle y Brady rara vez se separaron.

Su sobrenombre procede de una extraña placa de latón que lleva en el bolsillo del pecho de la camisa.
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La señorita Hypatia Celestine era la heredera de la familia Masteres, propietaria de una gran fortuna en industrias de armamento.

El abuelo de la señorita Masters, Aldington, conservó y aumentó la fortuna dejando la mayoría de las decisiones a una serie d edirectores quienes, por lo general, marcaron unas líneas de actuación inteligentes y provechosas a largo plazo. George, el padre, también adoptó tan relajado ritmo de vida, invirtiendo la mayor parte de su tiempo en malcriar a su hija.

Hypatia fue a academias suizas y francesas, demostrando facilidad para los idiomas, aunque su mayor interés siempre fue la fotografía. Algunas de sus exposiciones recibieron excelentes críticas y reunieron públicos multitudinarios.

Su alocado carácter le hizo tener una aventura con un católico marxista, un tal Raúl Luis María Piñera. También es conocido que la señorita Masters había salido con Roger Carlyle en repetidas ocasiones, pero la relación parecía haber sido siempre amistosa.
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El vizconde de Pervensey, Sir Aubrey Penhew es un reputado egiptólogo que pertenece a la dinastía de los Penhew, que trazan sus nobles orígenes hasta Guillermo el Conquistador, cuando Boris Penhew adquirió grandes propiedades en el oeste de Inglaterra. Más allá de la inevitable cuota de ovejas negras, la prosperidad y el prestigio de los Penhew han permanecido incólumes durante ocho siglos.

Estudio Clásicas en la Universidad de Oxford, graduándose con matrícula de honor e invirtiendo los años siguientes en Egipto. Allí estuvo llevando a cabo exploraciones y excavaciones de prueba en las zonas de río arriba, por aquel entonces desconocida.

Como señala su biografía oficial, sir Aubrey es fundador de varias ramas de la Egiptología, amén de haber realizado infinidad de importantes descubrimientos arqueológicos, particulamente en Dahshur. También es fundador de la Fundación Penhew, que ha emprendido muchas e importantes investigaciones en Inglaterra y en el extranjero, siendo responsable de la educación de gran cantidad de jóvenes prometedores sin recursos.

Es soltero y no tiene familia o herederos más allá de su fundación. Es respetado entre sus compañeros egiptólogos.
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El doctor Robert Ellington Huston, el menor de tres hermanos e hijo de un médico de Chicago, fue un reputado psicoanalista graduado con honores en John Hopkins. Fue uno de los primeros americanos en profundizar en los estudios de la mente, llegando a viajar a Viena para estudiar junto Freud. Su pasado al parecer salaz y peligroso, así como sus buenos modales y su agudo ingenio, le granjearon una enorme popularidad a su vuelta a Nueva York, donde abrió una consulta de psicoanálisis dedicada a la gente más acaudalada.

Consiguió fama y popularidad con rapidez, especialmente por lo elevado de sus facturas. Aparentemente se unió a la expedición para continuar el tratamiento de Roger, si bien otros rumores apuntan a que Carlyle no quería que el doctor circulara libremente por entre la créme de Nueva York mientras él se hallaba en Egipto. También se dice que su afición a la criptología se encontraba detrás de su interés por la expedición.

Tras ser declarado muerto, los archivos de Hudson quedaron bajo la custodia del Colegio de Médicos del Estado de Nueva York, lo que causó cierta controversia que llegó a la prensa.
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Roger Vane Worthington Carlyle fue un joven y acaudalado playboy americano, famoso por llevar un ritmo de vida muy dado a los excesos que le llevó a un corto periodo de rehabilitación por alcoholismo a los 20 años. Se graduó milagrosamente en la Escuela Groton pero tuvo que marcharse honorable aunque inevitablemente de varias excelentes universidades (Harvard, Princeton, Yale o Miskatonic) en los tres años siguientes.

Al morir sus padres en un trágico accidente de coche, el joven Carlyle pareció encontrarase a sí mismo y se ganó la admiración de sus pares, servidores y parientes. Aún así, su hermana demostró estar más capacitada para llevar los asuntos de la familia. Roger no tardó en volver a sus antiguos vicios y excentridades, animadas por su riqueza, convirtiéndole en una figura popular en el ambiente nocturno de Nueva York.

Pronto llegó el anuncio de su inminente partida hacia Egipto, del que se hizo eco la prensa, recalcando el secretismo de sus objetivos más allá de la intención de explorar las tumbas del antiguo egipto. La expedición la completaban, además del propio Roger, su psicoanalista, el reputado Dr. Hudson; el famoso egiptólogo sir Aubrey Penhew; la fotógrafa y documentalista Hypatia Masters; y un amigo personal de Roger, el señor Jack Brady.

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Recorte de prensa del 19 de Junio de 1920


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Recorte de prensa del 24 de Mayo de 1920


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Recorte de prensa del 11 de Marzo de 1920


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Recorte de prensa del 15 de Octubre de 1919


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Vicky ‘Snake’ Dragonson nació en Boston hace ya 22 años. Desde sus primeros pasos siempre ha estado muy influenciada por la vida de su padre, Mike Snake ex militar, policía y prestigioso investigador privado. Poco se sabe de su madre, que les abandonó a los pocos meses de nacer.

Cuando era pequeña siempre se divertía con los juegos que le hacía su padre. Éste, le dejaba pistas por toda la casa para poder encontrar regalos que le traía cuando volvía de viaje. También le contaba muchas historias de su larga vida profesional, algunas con un final feliz, otras más oscuras, cuando la niña se lo pedía. Esto le influenciará en su posterior vida como investigadora.

Se graduó en la universidad de Boston como Investigadora de criminología y forense con grandes honores y una de las notas más altas en la historia de la universidad. Fue una época dura debido a varias razones. La primera y más obvia, el hecho de ser mujer y estudiar en una famosa universidad y, más, una carrera donde predominaba el género masculino.

La segunda, y menos conocida, la muerte de su padre por causas desconocidas mientras investigaba un caso, aún estando jubilado, por un favor de una amistad suya. Fue en ese momento cuando se cambió de apellido de Snake a Dragonson, para evitar que la vincularan con la muerte de su progenitor en unas circunstancias tan sumamente extrañas.

Durante la carrera y tras las noticias surgidas por su fantástica carrera universitaria, obtuvo una buena reputación en todas las altas esferas del país, así como en el extranjero. Una investigadora a la que la llamaban desde muchos departamentos jurídicos en la ayuda de casos complejos e inverosímiles, haciéndose un hueco en todos los lugares que visitaba. Casualidades de la vida, la apodaron con el nombre de Snake.

Pero Vicky tenía una segunda vida menos conocida, más oscura, que nadie conocía. Las historias que de pequeña le contaba su padre, no solo era de casos conocidos. Existe un mundo oscuro que su padre le dio a conocer, oculto en las historias que tanto disfrutaba oír. Un mundo, nada conocido por la calle de a pie, y que solo unas pocas personas en el mundo conocía. Un mundo de lleno de espíritus y demonios que asolan el planeta sin que la gente lo percibiera.

En varias ocasiones, se unía a un amigo conocido en este mundo. Lo conoció en un bar de Boston, Aleister Crowley. Cada vez que quedaban, hablaban horas y horas de este mundo y que los dos compartían tanto. Un amigo en el que confiar historias sombrías y que pondría los pelos de punta a cualquiera que las escuchara.

También tejió una gran relación con Jackon Elías, un conocido escritor fascinado igualmente por el ocultismo que había trabajado en varios libros sobre sectas y prácticas prohibidas. Vicky llegó incluso a colaborar con él, e incluso aunque no suele hablar del tema y cuando lo hace tan sólo es para negarlo, tuvieron un tórrido romance que no pasó a mayores. En una de sus investigaciones, Jackson Elias cubrió la operación de desmantelación de una extraña secta que bajo la excusa del culto a seres estelares, esclavizaba familias enteras.

Pero en su vida principal y más conocida, en la que la mayoría de las veces era optimismo y alegría, se unió a otros investigadores con grandes conocimientos en la materia. Disfrutaba de grandes aventuras y aprendía a diario.Todo esto, sumado a todos los conocimientos que le transfirió su padre, hacía que tuviera trabajos muy bien pagados (la muerte de su padre, también hizo que heredara una cuantiosa suma de dinero) por lo que podía vivir con grandes lujos que en esa época era difícil ver. Llegó a tener hasta su propia compañía de transporte de mercancía marítima.

El ser tan conocida hizo que en ocasiones pasara algún que otro apuro. En uno de sus últimos casos en San Francisco, seguía una pista de dudosa veracidad que la había pasado un conocido, le hizo caer en una trampa con la intención de acabar con ella. Por suerte, salió casi ilesa de este infortunio, casi, ya que terminó con un disparo en una pierna. En el hospital donde le curaron la herida, conoció a una doctora con una reputación internacional que ya había oído hablar, Johanne Stone, que la trato psicológicamente por el trauma causado.

Desde ese dia, se dijo así misma que solo seguiría su propio instinto.



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Recorte de prensa del 24 de Julio de 1919


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Recorte de prensa del 3 de Julio de 1919


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Recorte de prensa del 5 de Abril de 1919

La Expedición Carlyle parte para Inglaterra

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Recorte de prensa del 4 de Abril de 1919


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Telegrama enviado por Jackson Elias a su íntima amiga Vicky Dragonson.


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Tras acabar la campaña de Sombras de Arena y Sal para MERP (que podéis seguir en el blog dedicado), en esta ocasión nos aventuramos en el mundos de los Mitos de la mano del clásico juego de rol de horror cósmico, La Llamada de Cthulhu.

Aprovechando la excelente edición que Edge ha publicado de una de las campañas más míticas de todas las que se han publicado para La Llamada (y según muchos, para cualquier juego de rol), los jugadores recorrerán todo el globo en una peligrosa aventura donde la pérdida de cordura no será lo único que deberían temer.

Sirva este blog como punto de referencia para la partida, donde se irán colgando resúmenes de las distintas sesiones de juego, pistas descubiertas, personajes involucrados, y en general, todo lo que sea de utilidad para seguirla.



Desde aquí, quiero dar las gracias a los jugadores y a su inefable participación en el desarrollo de sus personajes.
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Escritor de 38 años, conocido autor de estudios sobre sectas religiosas oscuras. Le fascina el ocultismo y lo sobrenatural, pero a la vez es un escéptico. Le gusta escribir acerca de las sectas más extrañas y sanguinarias que puede encontrar.

Jackson Elias es de altura y corpulencia normales, con un tono de piel atezado. Tiene un aire amistoso y jovial y, desde su infancia como huérfano en Stratford (Connecticut), aprendió a abrirse camino por sí mismo en la vida. No tiene parientes vivos, ni dirección fija. Habla con facilidad varios idiomas y siempre está viajando.

Es una persona sociable, y le gusta tomarse una copa de vez en cuando. Fuma en pipa. Es a la vez duro, estable y extremadamente puntual, y no le amedrentan ni las peleas ni los funcionarios. Carece de una gran educación formal y sus obras, siempre muy trabajadas, parecen reflejar experiencias personales. Es algo secretista y nunca discute un proyecto hasta tener en la mano el texto definitivo.

El escritor conoció a Aleister Crowley cuando éste llegó a Boston para proseguir sus investigaciones ocultistas, y entabló cierta relación debida a esa afición compartida. Fruto de estos encuentros, Jackson se interesó por las costumbres criminales de los estranguladores (thag) de la India moderna, y acabó publicando uno de sus libros más conocidos: Los Hijos de la Muerte. Posteriormente, el escritor volvió a mantener contacto con Aleister para su libro Brujería en Inglaterra, en el que analizaba varios aquelarres sucedidos en diferentes condados del país.

Todos sus libros ilustran la manera en que las sectas manipulan los temores de sus seguidores. Como buen escéptico, nunca ha hallado pruebas de poderes sobrenaturales, magia o dioses oscuros. La locura y los complejos de inferioridad caracterizan a los miembros de este tipo de sectas, complejos que compensan matando inocentes para sentirse poderosos o escogidos. Las sectas atraen a los débiles de carácter, aunque usualmente los dirigentes de las mismas suelen ser inteligentes y manipuladores.

En uno de sus trabajos, mientras perseguía a una extraña secta que rendía culto a unos seres estelares, conoció a Vicky Dragonson. La investigadora se encontraba siguiendo el rastro de unas extrañas desapariciones de familias enteras en la región sur de Arkham, que resultaron estar conectadas con la secta 'Seguidores de las Estrellas', guiada por un grupo de estudiosos dirigidos por el experto francés en astronomía Dean Beauchamp. La secta proclamaba que el propio Dean era el portavoz de los seres de las estrellas, y que sería el padre del niño estelar, destinado a conducir a los acólitos hacia un paraíso espiritual.

Juntos descubrieron que los líderes de la secta utilizaba a sus acólitos: los miembros eran utilizados como esclavos, que cegados por su fanatismo, voluntariamente permitía que los dirigentes abusaran sexualmente de sus hijos para que recibieran la semilla de las estrellas. Las mujeres también se sometían a los extraños rituales de fecundidad esperando ser la madre del niño por llegar. Finalmente, los líderes fueron encarcelados tras un tiroteo en la sede de la secta, donde Vicky resultó herida en el hombro. Jackson Elías cubrió el reportaje y las fuertes experiencias vividas contribuyeron a forjar una estrecha relación entre ambos, que se ha mantenido hasta hoy.

Sus libros más famosos son:
  • Calaveras Junto al Río (1910): expone las sectas de los jíbaros (shuar) en la cuenca del Amazonas.
  • Amos de las Artes Negras (1912): una exploración de supuestas sectas mágicas a lo largo de la historia.
  • El Camino del Terror (1913): analiza la sistematización del terror a través de las organizaciones sectarias.
  • El Corazón Humeante (1915): la primera mitad discute las sectas criminales de la historia maya; la segunda mitad se centra en sectas actuales en Centroamérica.
  • Hijos de la Muerte (1918): los estranguladores de la época actual. Elias llegó a infiltrarse en la secta.
  • Brujería en Inglaterra (1920): analiza aquelarres en condados diferentes de Inglaterra.
  • El Poder Negro (1921): una ampliación de El Camino del Terror, con entrevistas a líderes anónimos.
Todos estos libros han sido publicados por Prospero House de Nueva York, y editados por el propietario Jonah Kensington, un buen amigo de Elias.
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